Historia FIV

Claramente, ¡MADRES!

Como cada día de la madre, me gusta escribir y contar una historia que transmita un mensaje y nos haga reflexionar. No escribo todo lo que me gustaría, porque compaginar y conciliar vida profesional y vida personal es complicado con el ritmo de vida que llevamos. Y es que la maternidad es maravillosa, e igualmente dura y agotadora.

Hoy se regalan flores, bombones, perfumes, alguna joya, salimos a comer toda la familia, o vamos a ver a nuestras madres a sus casas para estar un ratito con ellas y festejar el momento. Sin embargo, para muchas mujeres, este día puede resultar amargo porque, puede que deseen con todas sus fuerzas ser madres y aún no lo han conseguido, puede que no lo consigan nunca, o puede que hayan decidido con mucho pesar dejar de luchar para conseguirlo. Puede ser también que ya hayas perdido a tu madre (como es mi caso), y este día sea agridulce, porque la echas de menos y la nostalgia te invade por dentro, por lo que mandamos las felicidades al cielo y nos refugiamos en los recuerdos. Y desgraciadamente para otras mujeres que ya han sido madres, este día puede ser demoledor por el dolor tan intenso que sienten porque han perdido a sus hij@s en el vientre, o después de ya nacidos. Nadie felicita a una madre que desea serlo pero no lo ha conseguido, ni a una madre que ha perdido a su hij@. No existe nombre, ni etiqueta cuando pierdes un@ hij@. Si pierdes a tu marido, eres viuda, si pierdes a tus padres, eres huérfan@. Tampoco existe palabra para cuando deseas ser madre y estás en proceso de conseguirlo. Lo que si existe tanto para cuando deseas ser madre y ese bebé no llega, como para cuando has perdido un@ hij@ es DOLOR, TRISTEZA, SOLEDAD, Y VACÍO. Son madres en la sombra, casi invisibles para el resto.

Luego estamos las afortunadas que ya ejercemos la maternidad a tiempo completo,  algunas intentamos ser madres conscientes, que esta de moda ahora serlo, pero bien difícil que es. Realmente me siento muy afortunada porque después de mucha lucha, yo tuve suerte, y soy mamá de Martín (mi principito de ya 3 años).

Me gusta celebrar el día de la madre, por la madre que tuve (a la que estaré eternamente agradecida), y la que estoy siendo yo e intento ser, una madre imperfecta, que aprende y que trata de mejorar a diario. Lo celebro, con el respeto que se merecen todas esas madres en la sombra, porque somos madres desde que se siente el deseo de serlo, y seguimos siendo madres cuando la desdicha y la fatalidad ha hecho que pierdas a tu hij@.

Yo soy madre gracias a Reproducción Asistida, no lo escondo, sino que trato de normalizarlo, naturalizarlo y educar en la medida de lo posible con información correcta sobre los problemas de fertilidad, para contrarrestar la ignorancia e impudencia de muchas personas que desconocen todo lo que supone querer ser madre/padre y no poder conseguirlo de manera natural. Yo lo cuento con total naturalidad. Porque solo las mujeres/parejas que tenemos problemas de infertilidad, entendemos lo que se vive, lo que se sufre, y lo que se necesita. Nuestro camino es difícil, y sentimos miedo, dolor, tristeza, incertidumbre, incomprensión… un sinfín de sentimientos. Así que, mejor no juzgar, y más escuchar, empatizar y apoyar.

Tres historias de FIV

Hoy quiero contar la historia de Clara que para mi tiene un significado especial, por lo anecdótico y casual que fue conocer esta bonita historia un día cualquiera en el parque con Martin, y por el cariño que les tengo ya a esta familia.

Un día hablando con los padres de Blanca, una de las amigas de Martín, Antonio (su padre) me dice, yo soy como Martin un “niño probeta” (niño concebido y fruto de las técnicas de Reproducción Asistida), y me contó por encima su historia y la de su madre. Me resultó curioso que hubiéramos coincidido, y tener delante de mí, dos “niños probeta” con más de 30 años de diferencia. Así que quise conocer con todo detalle la historia de Clara, porque con lo difícil que fue para mí vivir todo el proceso de Reproducción Asistida, pasar por tantas pruebas, tratamientos y negativos… hace 30 años tuvo que ser horrible vivirlo. Imagino todas las posibles dificultades sin los avances que la medicina y la ciencia han conseguido hoy día en el campo de la Reproducción Asistida.

No obstante, los problemas de infertilidad han existido toda la vida y seguirán existiendo, pero siguen siendo un tema tabú, del que no se habla, que da vergüenza, que se esconde, y hace 30 años con más ahínco se ocultaba, y precisamente los tratamientos y técnicas de Reproducción Asistida en España, y en Andalucía, eran desconocidos e inaccesibles para muchas parejas que llevaban años tratando de ser padres sin conseguirlo, directamente tenías que ponerte en manos De Dios para que obrara el milagro de la vida.

Clara es de Córdoba, y la tercera de 5 herman@s de una familia tradicional, “de las de antes”. Su padre era carpintero y su madre ama de casa. Tuvo una infancia feliz rodeada de sus hermanos y con una madre entregada a ell@s. A los 17 años sintió un dolor muy fuerte en el vientre y fueron volando al hospital. Se le había reventado un quiste en ovario derecho y tuvo una hemorragia interna. Estuvo muy grave, “casi no lo cuento” dice. Le quitaron ovario, trompa y el apéndice. Tras este suceso, se recuperó y volvió a hacer su vida normal. Corrían los 80, y como a ella le encantaba dibujar, su hermana la llevó a un instituto para ello, y fue allí donde conoció a su marido, tenía entonces 18 años. Aunque de primeras no fue un flechazo, terminaron enamorándose. Tras cuatro años de noviazgo, se casaron y se trasladaron a Tenerife por trabajo. Como pareja tuvieron ”claro, clarísimo”, que querían ser padres, pero pasaba un mes, un año, y nada, ese bebé tan deseado no venía.

Al año de búsqueda decidieron ir al médico, y en un principio le dijeron los médicos de la Seguridad Social, que no se quedaba embarazada porque tenía demasiada ansiedad y tenía que relajarse (frase típica que escuchamos las pacientes de Reproducción Asistida y que no ayuda nada). Tras hacerse las pruebas, comprobaron que tenía un “defecto genético” lo llamaron, la matriz en retro, además de no tener el ovario ni trompa derecho, por lo que prácticamente era imposible que se quedara embarazada de forma natural. A pesar de lo duro de la noticia, estuvieron 9 años intentando ser padres y buscando alternativas para arreglar su problema, y lograr por arte divina o utilizando remedios caseros quedarse embarazados. Pese a que no perdió la esperanza, Clara se sentía frustrada, desilusionada, e intentaba asimilar como podía que no sería mamá como ella quería, que es sentirlo dentro, amamantarlo, etc.

Una tarde en la oficina de su marido escuchó en la radio sobre “las nuevas técnicas para ser mamá”. Estaba sola, y sin pensarlo mucho, llamó a la clínica para informarse. Acto seguido le comunicó a su marido que tenían cita para la clínica del Dr. García Otero en Sevilla. Fue de las primeras clínicas privadas que utilizó las técnicas de reproducción asistida, ya que en la Seguridad Social aún no se utilizaban.

El coste económico del proceso de FIV (Fecundación in vitro) a la que debía someterse si quería tener la posibilidad de ser madre, era alto. En aquellos tiempos, fueron dos millones de pesetas, cantidad elevada, y un gasto considerable, que no se aleja mucho del coste actual de estos tratamientos. Era muy caro y les suponía realizar muchos sacrificios como familia humilde y trabajadora, pero decidieron no perder la oportunidad que les estaban brindando para conseguir su sueño de ser padres.

A pesar del asombro y del desconocimiento sobre la eficiencia de las técnicas de Reproducción Asistida, Clara recibió mucho apoyo, sobre todo de su marido, de su madre y hermanos, y de casi toda su familia. Sin embargo, se sentía incomprendida por parte de la familia de su marido, porque lo veían como un absurdo, y un gasto innecesario ya que “esas técnicas no se habían probado bien todavía”.

Según Clara, el trato recibido por el personal médico de la clínica fue bueno, la iban informando de todo. De hecho, antes de comenzar con el proceso, recibió ayuda psicológica. Comenta, que el psicólogo que la vio, le dio el empuje que necesitaba parar creer en la oportunidad que tenía para ser madre. Aún recuerda la frase que le dijo: “tu fuerza no está en tu vientre, sino en tu mente, y si tu piensas que te vas a quedar embarazada, y sólo piensas eso, te quedarás seguro”. Clara se aferró a ese mantra, porque a nivel económico solo podían costearse el tratamiento una sola vez, “tenía solo una oportunidad, y esa oportunidad la quería para mi”.

Inició el proceso ilusionada y también con miedo. Pasó por la estimulación de sólo un ovario, y aunque la sedaron para la punción, la extracción fue dolorosa. Consiguieron 6 embriones, y le hicieron transferencia de 3 de ellos, “dijeron ves el monitor? Pues ahora tienes tres futuros bebés. Me fui de allí convencida de que estaba embarazada”. A los 15 días de la transferencia comenzó a sangrar, y mandó analítica de sangre a la clínica de Sevilla, ya que no quería volver a ponerse en carretera, “tenía miedo de moverme”. Le confirmaron que estaba embarazada y que tenía que hacer reposo durante otros 15 días. Y así estuvo, 15 días con sus 15 noches sin levantarse de la cama, para ni tan siquiera ir al baño. Esas dos semanas fueron muy difíciles, dolorosas y angustiosas para ella, porque sabía que alguno de esos embriones se había perdido, y sentía “mucho miedo por andar, moverme, casi por respirar…, creía que los podía perder del todo, pero ahí estaba el consuelo de mi super mami para todo”, y finalmente Clara seguía embarazada.

Su embarazo fue bueno, pero lo vivió aterrada, angustiada y muy nerviosa siempre, pensando que lo podía perder, sin disfrutar apenas de estar embarazada. Y Antonio nació un 16 de junio de 1992, tras 8 meses de gestación, por cesárea programada ya que su médico de toda la vida, al que no le gustó mucho la idea del tratamiento de Reproducción Asistida, no se quería arriesgar al parto. Clara, no pudo sentir el piel con piel de ahora, y cogió en brazos a su hijo por primera vez al otro día de nacido. Ese instante lo recuerda como “ver un ángel, lo más lindo del mundo”.

Clara y Antonio

Clara fue madre con 31 años, después de haber recorrido un largo camino, en el que hubiera necesitado más apoyo psicológico, más ayudas económicas y haber podido realizar el tratamiento en su ciudad, Córdoba. Tuvo suerte porque recibió mucho apoyo de su marido y familia, pese a la indiferencia inicial que mostraron su suegra y cuñadas, las que se arrepintieron cuando vieron a Antonio nacido y sin ningún problema. Y también fue muy fuerte y valiente, o como dice ella: “yo era muy pasota y pasaba del mundo, y de los comentarios discriminatorios”. “No me arrepiento de nada, porque el resultado está visible. Antonio ha sido un hijo bueno, un sueño para una madre, obediente, estudioso, muy cariñoso con nosotros y toda su familia, un orgullo de madre vamos”. Ha sido hijo único, al que contaron todo cuando empezó a preguntar y lo entendió como un adulto.

Decidió ser mamá a tiempo completo, y disfrutar de criar y ver crecer a su hijo. Económicamente no pudieron hacer frente a un nuevo tratamiento para una segunda transferencia con los embriones que tenían congelados. “Ahora teníamos a Antonio, y no podíamos jugarnos su futuro. Decidimos donar nuestros embriones para que alguna mamá que no pudiese tener, tuviera la oportunidad, y si hicimos felices a alguien más… OLÉ la ciencia”.

Antonio ha sabido desde siempre que fue un “niño probeta”, y lo ha vivido con total naturalidad. Su infancia ha sido muy feliz, y considera que tiene unos padres fantásticos, y que ahora que son abuelos son mejores todavía. Le hace muy feliz ver la relación que tienen con su hija. Él no ha tenido ningún problema de fertilidad para concebir de forma natural a Blanca, pero hubieran recurrido a la ciencia si hubiesen tenido dificultades.

Para Clara, los momentos más felices vividos en su vida hasta ahora son tres y van unidos, conocer a su hijo, a su nieta y a su marido. Ser abuela ha sido un sueño maravilloso, disfruta a diario de su nieta, porque quiere que la recuerde como “la abuela que está ahí, con la que puede contar, y sobre la que se puede apoyar, ser su Abu, amiga y todo lo que necesite, y siempre con mi gran amor conmigo, Kayu” (así es como Blanca rebautizó a su abuelo, y así lo llama ella y todos).

Solo me queda agradecer a Clara y a Antonio permitirme haber contado su historia, la de una madre que consiguió su sueño gracias a las técnicas de reproducción asistida hace más de 30 años, y la de un “niño probeta” que ha sido feliz y muy querido. Su historia es parecida a la mía, y a la de otras madres guerreras de “niñ@s probeta” que conseguimos finalmente nuestro sueño, ser mamás.

Feliz día de la Madre! Felicidades al cielo mamá! Felicidades a todas las madres! Felicidades también a las madres que están en la sombra!

¡Ojalá pronto! ¡¡Ojalá TODAS!!

¡Gracias madre por darme la vida! ¡Gracias vida por permitirme ser madre!

Madres de Luces y Sombras

Madres de Luces y sombras

Primer domingo de mayo, día de la madre. Este año lo celebro con un sabor agridulce, es el primero que paso sin la mía, y su ausencia aún duele demasiado. Cuánto significa una madre en la vida de una persona, mucho, bastante. Cuánto se echa de menos a una madre cuando nos falta. Cuantas veces nos quejamos de nuestras madres cuando somos jóvenes, por “pesadas”, “protectoras”, “controladoras”…, y es que la relación y el vínculo que hayamos creado con nuestra madre deja huella y nos acompaña durante toda la vida. Nuestro desarrollo personal depende en gran medida de esa relación, de sentir su aprobación, su respeto, su amor incondicional, su apoyo. Lo natural es que la unión entre madre e hij@ esté basada en la confianza y el amor, aunque eso depende de muchos más aspectos. La realidad, es que a veces eso no se manifiesta tal que así, y hay relaciones muy conflictivas y dañinas entre madres e hij@s, llenas de sombras y pocas luces.

La intención de una madre es siempre la de dar lo mejor a su hij@ según su punto de vista, la de cuidar y proteger, aunque a veces se equivoquen sin saberlo en las formas y/o fondo. L@s hij@s no están para cumplir nuestras expectativas, ni nuestros sueños, ni obedecer sin más nuestras directrices. Nuestra labor esencialmente es ayudar a que se conviertan en personas, que aprendan a caerse y levantarse, que expresen y validen lo que sienten, que toleren la frustración, que respeten a los demás, que se quieran bonito, que luchen por sus propios sueños, que disfruten y en definitiva, sean felices… desde el amor, la coherencia, la calma, el respeto y la libertad.

Madres perfectas no existen, porque educar, cuidar, criar, proteger, respetar y amar a tu  hij@, requiere mucha responsabilidad, y un ejercicio de consciencia brutal las 24 horas de cada día. Y eso también agota, somos humanas y necesitamos poder desahogarnos, tener tiempo para nosotras, liberar nuestros miedos, realizar nuestras metas.. aportar luz a las sombras de la maternidad.

De niña pasaba muchas horas jugando a las mamás, me imaginaba de mayor teniendo varios bebés. Fui creciendo, estudié, y poco a poco construí mi carrera profesional. A nivel personal iba experimentando y aprendiendo de cada palo recibido, con la idea de ser mamá siempre en mente. Lo tenia claro, sería madre tanto si encontraba la pareja adecuada como si estaba soltera, era consciente de mi instinto maternal. Afortunadamente encontré a mi compañero de vida, para juntos ser padres y crear una bonita familia.

Con toda la ilusión, buscas un bebé que no llega. Aquí empieza la desesperanza, la lucha por cumplir el sueño de ser madre, con la sombra del miedo pegada a la espalda de no llegar a conseguirlo. Comienzas a recorrer el duro camino de la infertilidad. Plantar cara a las dificultades y problemas de esta enfermedad, conlleva mucho desgaste físico, psicológico, social y personal. Después de muchas batallas perdidas y sufridas, la lucha, el esfuerzo, el sacrificio, valió la pena, y soy madre de un niño precioso de dos años, mi principito, Martín, todo un guerrero. Y esta pequeña historia con final feliz, seguro que se asemeja a la de otras madres. Algunas puede que hayan pasado también por los obstáculos de la infertilidad, mientras que para otras habrá sido un camino mucho más fácil. La cuestión es que somos madres y tenemos a nuestr@s hij@s con nosotras.

Sin embargo, ¿cuando nos convertimos realmente en madres? ¿Al quedarte embarazada? ¿Al parir? ¿Al criar?…

Creo que te conviertes en madre cuando deseas serlo, cuando decides y encaminas tus pasos para conseguirlo. Desde ese preciso momento, eres madre. Cuando das a luz a tu bebé, ejerces la maternidad a tiempo completo cada día de tu vida. En mi caso, soy madre desde hace muchos años, y ejerzo de madre desde que mi niño salió de mi cuerpo.

Hay muchas madres que aún no tienen a su hij@ soñad@ en brazos, madres de largas esperas, madres que nunca lo tendrán porque perdieron muchas batallas y finalmente la guerra, madres que perdieron a su bebé llevándolo en su vientre, madres que han perdido a sus hij@s después… hay tantas madres en la sombra, invisibles para la mayoría. Madres que luchan y se ocultan en silencio, madres que se preguntan a diario ¿por qué yo no?, madres que sienten mucho miedo a que su sueño no se haga realidad, madres que no quieren hacerse ilusiones porque han visto demasiados negativos, madres que sufren el terrible “no hay latido “.

Madres rotas por perder tantas veces. Por eso, no van a las fiestas de cumpleaños de los niñ@s de sus amig@s porque duele ver el sueño cumplido en otr@s, duele lo fácil que es para algun@s y lo duro y difícil que es para ellas. Madres que huyen de escaparates de ropa de bebé, madres que ya no saben cómo disimular y poner buena cara al “¿y tu cuando te vas a animar a tener niñ@s?”. Madres que lloran, madres que se sienten vacías. Madres que se culpan, madres que se lastiman, madres que entran en el abismo. Madres que se olvidan de vivir buscando la manera de ahorrar para tratamientos. Madres incomprendidas. Madres que se sienten solas. Madres que terminan en solitario la lucha que empezaron acompañadas.

Madres que buscan constantemente información, métodos, técnicas, médicos, clínicas, alternativas… lo que sea que pueda ayudar a quedarse embarazadas. Madres que por más que insisten nadie les da una respuesta a su infertilidad de origen desconocida. Madres que se someten a tratamientos muy duros y cirugías complicadas. Madres que investigan y leen las historias de otras mujeres que consiguieron ser madres, y así se llenan de esperanzas. Madres agotadas de esperar el milagro de la vida. Madres que a pesar de todo siguen soñando.

Todas ellas, también son madres, madres en la sombra, a las que no se les felicita, y para las que este día es doloroso.

Yo soy una madre de luces y sombras. De luces porque a pesar de la oscuridad y lo difícil del camino recorrido, siempre tuve esperanza y creía que lo conseguiría. Desde que supe que estaba embarazada, empecé a llenar de luz las sombras que me habitaban por dentro. Con cada día superado, con cada ecografía en la que escuchaba el latido y veía moverse a mi bebé, con cada patada que sentía en mi vientre, fui mitigando la sombra de los miedos, del dolor, de la tristeza, de la rabia, de la frustración, de la impotencia… de todo el sufrimiento vivido.

Ahora es mi hijo quien me arroja mucha luz y desvanece muchas de mis sombras. Con cada una de sus sonrisas, de sus descubrimientos, de sus travesuras. Verle crecer, aprender y conocer el mundo, formar su personalidad, compartir y jugar con el, son momentos maravillosos. Cuanto amor sale a borbotones de mi ser para disfrutar con el, cuidarle y protegerle. Como llenan sus abrazos, sus besos y oír sus “mamá “.

Hoy quiero abrazar a todas vosotras, madres en la luz y madres en la sombra. Somos madres y mujeres extraordinarias.

Felicidades a ti mamá, donde quiera que estés. Gracias mamá, por haber sido una buena madre, por darme libertad, por quererme tan bonito, por haberme enseñado tanto. Orgullosa de ti. Como me gustaría poder abrazarte de nuevo mamá, aunque sé que estás conmigo.

Gracias madre por darme la vida! Gracias vida por permitirme ser madre!

Felicidades a todas las madres de luces y sombras!

Nacer es llegar, morir es volver…