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¿A quién se le pasa el arroz?
Cara a cara con el tiempo, hoy me remonto a unos meses atrás visitando mi pueblo, cuando tuve un encuentro casual con una antigua compañera de instituto. La experiencia vivida me llamó la atención por la intensidad del momento, y el revuelo de emociones percibidas en mí y en aquella amiga después de casi dos décadas.
Nos vimos por última vez en una fiesta del instituto cuando terminamos la selectividad, y cuánto había llovido desde entonces. Casualidades del destino, nos encontrábamos frente a frente dos mujeres que se conocieron siendo adolescentes y que sin embargo eran completas desconocidas en ese preciso instante. Reconocernos en ese cara a cara después de tantos años fue algo anecdótico y casi cómico. Un reencuentro fortuito, que tras los efusivos saludos, besos y abrazos mutuos, ella comenzó a interrogarme de forma casi aterradora.
«¡Cuánto tiempo sin vernos! ¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida? ¿Dónde vives? ¿De qué trabajas al final? ¿Te has casado? ¿y no tienes hijos? ¿Y novio? Con lo que a ti te gustaban los críos, y a tu edad ya es complicado, ya sabes que ¡se te va a pasar el arroz chiquilla! Ya es hora de que te busques a alguien para que no estés sola … «
¿Cómo responder a todo? Preguntaba a velocidad de vértigo, sin dar tiempo a procesar la información, era como si realmente no importara o no le interesara lo que yo le iba a contar. Aún me cuesta comprender cómo no apreció mi cara de agobio y desconcierto a tanta pregunta. Pero creo que, su batería de preguntas respondía a su necesidad de comprobar y corroborar que mi vida fuera tremendamente infeliz…
Estaba tan ensimismada en su retahíla de preguntas, que me limité a sonreír y quedarme en silencio, hasta que dejó de hablar, y entonces aproveché.
«Mi respuesta a todo lo que me preguntas ahora que has parado a respirar, es que estoy muy feliz, contenta de vivir muchas experiencias. El arroz no se me ha pasado, al contrario, estoy en el punto perfecto de cocción, y siempre estoy a tiempo de echar más agua, de apagar el fuego, o no comerlo, porque el arroz no se pasa, pero la vida sí que te pasa. Nunca se es demasiado viej@ para hacer nada en la vida. Cuéntame, ¿Qué ha sido de la tuya? ¿Eres feliz? ¿Haces lo que soñabas?»
Sus gestos se torcieron tras escuchar mis últimas palabras. Su cara reflejó una profunda disculpa por su torpeza y metedura de pata, pero sobre todo, percibí en su mirada la tristeza que la atrapaba. Y en ese momento, casi rompió a llorar en mitad de la calle, pidiéndome que fuéramos a tomar un café.
Os pongo en antecedentes, ambas tenemos 36 años. En aquellos tiempos de instituto, teníamos por un lado:
A una chica considerada la «empollona» de la clase, responsable y organizada, la que siempre hacía lo «correcto». La calificaban con ser un poco borde y aburrida porque no acudía a fiestas, y mucho menos tenía citas con chicos, puesto que prefería quedarse horas leyendo.
Por otro lado:
A una joven encantadora, la «popular» de la clase, sociable, rebelde e impredecible, muy dulce, con un talento especial para transmitir emociones a través de sus dibujos.
Veinte años después, la «empollona» de la clase sigue soltera, vive independiente, con la maleta siempre a cuestas viajando, luchando y cumpliendo sus sueños. La «popular» de la clase, finalmente dejó sus estudios de bellas artes, para casarse con su novio de toda la vida, es madre de tres hijos, vive en el mismo pueblo trabajando como cajera en un supermercado, y confiesa sentir pena de ella misma por haber abandonado su gran sueño. Triste, ¿verdad?. Me refiero claro está a que es triste que abandonara su sueño.
Pero esto no quiere decir que, para ser feliz tengas que tener una carrera universitaria, ser soltera, y renunciar a ser madre. No confundamos, no todas las personas valemos para lo mismo, ni queremos las mismas cosas. Se trata de ser feliz hagas lo que hagas, y perseguir tus sueños.
Y es que no es la primera vez que escucho «se te va a pasar el arroz»… Por eso, me tomo mi tiempo para responder, con paciencia, con calma, respirando y con una sonrisa, me quedo callada hasta que sus palabras se ahogan en el silencio. ¿Qué se me a pasar el arroz? ¿Pasar para qué? ¿Tener hij@s? ¿Casarme? … ¿En serio aún tenemos estos clichés sociales de lo que una mujer a una determinada edad tiene que ser, hacer o tener? Porque esto hace años estaba socialmente establecido, pero en la actualidad está fuera de lugar. El arroz nunca se le pasa a una mujer, vive cuánto quieras la vida, y no esperes para hacer aquello que sueñas.
Además de ser un comentario desagradable con el que sometes a la mujer a una presión altísima, es una forma de machismo encubierto. Porque seguro que nunca le has dicho a un hombre «oye, se te va a pasar el arroz». A ellos no se les dice tanto, sin embargo para nosotras es la frase estrella si tienes X años, estás soltera y no tienes hij@s.
Puedes ser feliz sola o con pareja, siendo madre o no, trabajando como abogada o como dependienta, tú sabes lo que te hace feliz y lo que no. Que manía tenemos con criticar, juzgar o rechazar a las personas que viven de forma diferente. El reloj biológico existe, pero no todas las mujeres tienen por qué sentirlo o querer hacerle caso. Puedes ser madre soltera, formar una familia, adoptar, acoger, hay miles de opciones. Tener pareja está muy bien, siempre y cuando funcionéis como tal, porque sino es mejor estar sol@. Un poco de respeto a las decisiones de los demás y que no nos incumben, sería todo un detalle por nuestra parte.
Nos olvidamos que tenemos una vida para vivir, y vivir implica amar, crecer, caer y levantarse, equivocarse y aprender, luchar por lo que quieres, y sufrir también. Cuando eres capaz de amarte a ti mism@, descubres la felicidad que hay dentro de ti, tienes equilibrio y coherencia entre lo que piensas, sientes y haces. No dependes de nada ni nadie, y eso da felicidad y tranquilidad. Amarte para amar a otr@s es fundamental, te da fuerza e independencia, te ayuda a ser feliz. Pero el tema del amor y el miedo a la soledad, da para otro artículo.
Así que, mejor no comentar a ninguna mujer la metáfora de «se te va a pasar el arroz», porque el tiempo no nos deja inservibles. Ya sabéis, que ahora tenemos un arroz que no se pasa, uno que conserva su punto más apetecible tanto como lo cocines, así hay que plantearlo en estos tiempos. Por lo tanto, también debemos pensar que mejoramos como el buen vino, ese que se saborea. Por ello, más vivir la vida que nos está pasando, disfrutar en plenitud el ser mujer, ir a por nuestras metas, con libertad para elegir lo que nos hace felices. No te conformes, ni asumas que lo tienes todo perdido.
De aquel reencuentro y entrañable café entre dos mujeres hablando de la vida que habíamos vivido en esos casi veinte años, me quedo con una frase que se me grabó a fuego «me conformé con la vida que otros quisieron para mi, y me rendí y no aposté por mi sueño de ser pintora».
Repito, ¿A quién se le pasa el arroz? Como mujer NO SE TE PASA NADA, sólo vive la vida que está pasando.
Recuerda nunca es tarde para nada…
«Es justamente la posibilidad de realizar un sueño, lo que hace la vida interesante».
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MUJER, NO POMPA DE JABÓN
MUJER, NO POMPA DE JABÓN
Hoy cumplimos un año de vida. Un año en el que seguimos luchando con ilusión en este proyecto para mejorar el bienestar de la mujer. Solo necesitamos que quieras despertar y descubrir todo tu potencial. Así que, bienvenidas de nuevo a este rincón para nosotras, en el que puedes encontrar respuesta a tus anhelos, en el que comprendes un poco más de ti misma y en el que aprendes a trabajar tu autoestima. Y antes de que se me olvide, felicidades por ser mujer.
Despierta Afrodita ha trabajado duro este año, participando en eventos en defensa por la igualdad, y realizando talleres para optimizar la autoestima femenina. Hemos desplegado las alas, pero aún nos falta batir las alas para poder volar y avanzar. Por eso seguimos compartiendo historias que nos acercan a todas, reflexiones que nos hacen abrir los ojos, y cuentos que nos invitan a materializar la vida que realmente queremos, esa vida que nos merecemos, y que puedes conseguir si despiertas y crees en ti.
Seguro que algún día, mientras ibas paseando por el centro de tu ciudad habrás observado a alguien haciendo pompas de jabón gigantes en mitad de la calle, dejando embelesado al público que los miraba. Es un espectáculo artístico de moda, que tiene una mezcla de entretenimiento y de arte, porque ver las burbujas flotar en el aire, mientras otras se revientan con el simple contacto con alguna superficie, es un placer que nos deja a todos encantados. Hace poco yo misma, estuve presente en uno de estos espectáculos, y pude comprobar la belleza tan fascinante y a la vez tan efímera del vuelo de las pompas de jabón. Y de esta experiencia, surgió la idea de la historia que ahora te cuento.
Esta es la historia de una mujer cualquiera, que vive en este mundo llamado tierra. Cuando nació le pusieron el rosa por bandera, y la mecían para que soñara con ser princesa. Entre cuentos de hadas y príncipes azules crecía mientras iba a la escuela vestida de forma coqueta y con lazos que adornaban su bonita melena. En los recreos a jugar con muñecas y a la comba como las niñas buenas. Había que cuidar que siempre estuviera perfecta, con la ropa limpia y peinada de la forma correcta. Desde pequeña apuntada a clases danza, aunque el kárate fuera una de sus preferencias.
Ya de adolescente con las amigas quedaba a horas prudentes, mientras su hermano no tenía hora de llegada. Empezaba en esta etapa, la ITV de su cuerpo frente al espejo, porque si quería estar bella tenía que estar delgada, ya que en las “gorditas” los chicos no se fijaban. De punta en blanco y siempre arreglada para aparentar que era la chica ideal a la que todos quieren enamorar. Le aconsejaban que forzara la sonrisa, aunque no la sintiera, y que las penas era mejor esconderlas. No debía prestar atención a sus fortalezas, puesto que al ser chica era débil por naturaleza.
Los años pasaban y la niña se convirtió en mujer. Quiso ser bombero, pero le dijeron que le iba más ser maestra. Que se dejará de muchos hombres, y se esforzará por conseguir un buen novio, para no convertirse en una vieja solterona. Que llegaría el día para casarse, y centrarse así en su marido. Las tareas del hogar y su trabajo le iban a absorber el tiempo, y pasar un rato con las amigas, carecería de importancia, ya que en casa ya lo tendría todo.
La cosa se complicaría un poco cuando el instinto maternal llamará a su puerta, porque al ser madre, entre el marido y los hij@s que tendría que cuidar, el trabajo debería dejar. Y es en ese momento cuando las ITV del cuerpo se harían más intensas, ( la ITV es la inspección técnica que se le hace a los coches para acreditar que pueden circular sin ningún problema, pues nosotras nos hacemos esa inspección técnica del cuerpo frente al espejo, para chequear en qué condiciones lo tenemos constantemente). En esta parte de la vida, lo más importante sería mantener a su marido contento, y si por casualidad la engañaba, debería mirar a otro lado, y quedarse callada, para que nadie supiera que estaba pasando por una situación delicada.
Y en este mar de suposiciones de lo que podría ser su vida, se detuvo un instante, se imaginó en esa rutina de casi sin respirar, de momentos de agonía, de llorar a solas por sentirse vacía, viviendo una vida que en realidad no quería. Porque ese mundo de apariencias, exige que seas una mujer “perfecta” de cara a la galería, pero amargada en lo más profundo de su corazón. De ser una mujer metida en una burbuja, a la que hay que proteger, pero que todos pueden dañar, como las pompas de jabón que flotan en el aire. Todos admiramos su belleza, y todos podemos destruirlas con un solo chasquido, porque se evaporan fácilmente. Por eso no te equivoques, no eres una pompa de jabón.
En nuestra historia ella era una mujer que tomaba decisiones, que experimentaba ser mujer en toda su plenitud, y practicaba el amor hacía sí misma. Ahora apaga fuegos siendo bombero, se arregla cuando tiene ganas, a veces va en chándal y otras conjuntada, porque con cualquier trapo que lleve encima, ella se siente guapa. Cuando se mira al espejo, se echa piropos y se guiña un ojo, porque sigue siendo preciosa hasta con kilos de más, y sin maquillaje en la cara. No depende de nadie más que de sí misma, y sueña todos los días con hacer las cosas que le motivan. Sin miedo a mostrarse tal y como es, con lo que siente, cómo y cuándo lo siente, explora y afronta sus sentimientos, porque ya sea sola o con pareja, es feliz. Se va de viaje con las amigas, y deja al marido cuidando de l@s niñ@s, porque en casa ambos hacen la colada, y los dos trabajan. Su prioridad es ella misma, y quererse forma parte de su rutina. Se hizo fuerte, y sabe que el poder reside en ella para cambiar aquello que no le gusta. No vive de las apariencias y se siente libre. Aprende y se equivoca, porque los fracasos no existen. Disfruta de su mundo, apuesta por sus sueños, y está convencida que la verdadera belleza es esa que se transmite con la mirada.
Eres mujer, no pompa de jabón. Es nuestra lucha por la igualdad en derechos y oportunidades, la que nos hace fuertes. Recuerda que la magia para cambiar el rumbo de las cosas está en nuestro interior.
Eres mujer y tienes poder!
Bienvenid@s
Hoy 8 de marzo de 2015, en conmemoración con el día internacional de la mujer, Despierta Afrodita despliega sus alas. Un proyecto en el que he volcado mucha ilusión, mucho amor, y mucho esfuerzo. No podía ser de otra manera, un proyecto pensado por y para mujeres, tenía que ver la luz en este día. ¿Por qué? Porque es nuestro día, un día en el que se celebra la lucha de la mujer por participar en la sociedad en igualdad de derechos con el hombre.
¿Que hemos logrado avances? Sí, claro. Gracias a la determinación de mujeres que han tenido un papel primordial en la historia para cambiar las cosas, mujeres decididas con valentía y coraje para defender los derechos, que hoy muchas de nosotras disfrutamos. Mujeres como Cleopatra que fue una de las soberanas con más poder de la antigüedad, Juana de Arco que dirigió al ejército galo durante el reinado de Carlos VII, Marie Curie científica que obtuvo dos premios Nobel, Indira Ghandi una brillante política, Clara Campoamor que logró en España que la mujer ejerciera por primera vez su derecho al voto en 1933, Eva Perón que promovió los derechos de los trabajadores y de la mujer en Argentina, Federica Montseny, la primera mujer ministra durante la II República española, o Benazir Bhutto, la primera primer ministro en un país musulmán, Pakistán.
Podría seguir enumerando un listado de mujeres que desafiaron las normas, y desataron nudos, muchas de ellas se impusieron y lograron su objetivo, otras desgraciadamente lo pagaron con su vida. Y aunque hemos conseguido mucho, no nos olvidemos que todavía hay muchas partes del mundo donde la mujer es discriminada, maltratada, ultrajada, por el simple hecho de ser mujer.
Por lo tanto, nos queda mucho por hacer, mucho camino que recorrer para conseguir que efectivamente la igualdad sea una realidad total. Mientras siga habiendo mujeres a las que lapidan, a las que torturan, a las que mutilan, a las que matan, a las que violan, a las que usan como un mero trapo, tenemos que seguir luchando por defender nuestro desarrollo íntegro como personas, como seres humanos que participamos libremente en la sociedad. Pueden tildar esto de feminismo, cosa que no es, puesto que lo que defiendo es la igualdad real en derechos, y la equidad de género. Igualdad a la hora de acceder a un trabajo, igualdad para cobrar el mismo salario en un mismo puesto, igualdad para ejercer la maternidad y la paternidad, igualdad de oportunidades, igualdad para tomar decisiones, igualdad para participar en la política, igualdad para la educación, simplemente IGUALDAD.
Me entristece ver a diario mujeres que son asesinadas por sus parejas o exparejas, mujeres discriminadas que son maltratadas y que sufren en silencio vejaciones y un trato discriminatorio, mientras otros miran a otro lado. Estamos hablando de mujeres a las que les han quitado la vida, la VIDA, el derecho fundamental de cualquier ser humano. La violencia de género es una lacra en nuestra sociedad que hay que erradicar, poniendo hincapié en la educación en valores de igualdad y respeto. Tomar en serio la defensa de la igualdad creo que es papel que nos toca jugar hoy como mujeres.
Hombres y mujeres siempre seremos diferentes, y benditas diferencias que enriquecen nuestras relaciones interpersonales, pero nadie es superior a nadie, por eso apuesto y reivindico la igualdad en derechos y obligaciones, sin violencia y sin discriminación alguna.
Te invito a la reflexión, para que nadie te diga cuándo puedes hablar, qué tienes que hacer, cómo has de vestirte, o con quién puedes salir. Que nadie te humille. Que nadie te diga cómo tienes que vivir tu vida, porque nadie, créeme puede respirar por ti.
Es por ello por lo que hoy, te felicito, es nuestro día, el día de la mujer. Despierta Afrodita tiene como objetivo fundamental dotar a la mujer de PODER. Es un proyecto terapéutico para optimizar tu bienestar personal, fortalecer tu autoestima, facilitar la expresión de emociones, y despertar tu sensualidad. Eres mujer, y tienes poder para cambiar tu vida, para tomar tus decisiones, para empezar a quererte y valorarte, para ser feliz y vivir tus sueños. No quieras ser princesa, porque no necesitas ser rescatada, no seas la víctima, no eres el sexo débil, eres una mujer fuerte y luchadora, con poder para hacer y deshacer tu plan de vida. Recuerda eres una diosa.
Haz de tu vida una victoria, es el momento de que te la juegues, así que, Despierta Afrodita.