El cajón del apego

EL CAJÓN DEL APEGO

Quiero rescatar este post que originalmente escribí para La nueva ruta del empleo con el título “Cajones Olvidados” y que hoy modifico para profundizar en el apego que tenemos a cosas, personas, relaciones, patrones de pensamientos, e incluso al dolor y al miedo . Watler Riso dice “el apego es el mayor motivo de sufrimiento de la humanidad” y cuánta verdad encierra esa frase.

Todos queremos ser felices, pero no sabemos cómo serlo. Nos desconcierta no encontrar esa felicidad, de la que todos hablan que tienen, y que nos venden basada en tener cosas, no sólo de índole material, como una casa, un coche, o unas zapatillas de la marca X, sino también en tener pareja, hij@s, amig@s, un trabajo de prestigio, o ese “éxito” en la vida..., una felicidad que refuerza el apego y la dependencia emocional. Y vamos creciendo con la idea de poseer la felicidad, y no con la de vivir la felicidad desde el ser y estar. La verdadera felicidad reside en necesitar menos, en sentirte satisfech@ contigo mism@ y con las relaciones que mantienes con los demás, disfrutando de cada instante que vives, porque la felicidad no va de tener, sino de sentir y aceptar.

Ni siquiera nos damos cuenta de todos los apegos que acumulamos en nuestro propio cajón del apego, de los que dependemos para poder ser felices. Somos más adictos de lo que pensamos.

Por ejemplo, nada hay como una mudanza para percatarse de la cantidad de cosas que guardamos en cajones olvidados. Cosas que ni recuerdas que tenías, infinidad de objetos inservibles apilados y llenos de polvo, prendas de ropa amontonadas ocupando espacio…, guardadas por el apego que sentimos hacía ellas, por miedo a desprendernos de los recuerdos asociados a esas cosas, por miedo a que en algún otro momento nos haga falta (¿y si lo necesito más adelante y no lo tengo?, mejor lo guardo”). ¿Cuántas veces al año vacías armarios y cajones?

Pues también vamos llenando nuestro cajón del apego a personas, relaciones, expectativas, o pensamientos, precisamente porque pensamos que l@s necesitamos, por miedo a desprendernos de esa falsa seguridad que nos crean, por miedo a cambiar, a sentir, a salir de esa zona de confort en la que estamos acostumbrados a quejarnos y a evitar todo aquello que suponga un cambio sustancial en nuestra forma de vivir.

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Nos aferramos a objetos, personas, y también al sufrimiento. Creamos vínculos obsesivos y nudos de dependencia. Desvincularse y desatar esos nudos que nos aprisionan en una vida que no queremos pero que no sabemos qué hacer para cambiarla, es complicado. La razón es simple, el miedo a sufrir y a sentir, nos puede. Para soltar apegos hay que atravesar el dolor, y darnos permiso para sentirlo y soltarlo, porque no tiene otra forma de desaparecer que “doliendo”. Bloqueamos el dolor, hasta tal punto que dejamos que se instale dentro, y llegamos a convertir el sufrimiento útil en inútil. Nos asusta sufrir y evitamos liberarnos del miedo a tener miedo. ¿Cuántas veces expulsas de tu vida esas personas o relaciones hostiles y tóxicas? ¿Eres capaz de eliminar esos pensamientos negativos que te atormentan?

La realidad es, que no vaciamos ni saneamos nuestro cajón del apego. Soltar dependencias emocionales, significa aceptar lo que está pasando, renunciar al control, asimilar cambios, confiar en ti mism@, abrazar tus miedos, y actuar con libertad para darte la oportunidad de crecer y avanzar en la dirección que quieres seguir y vivir.

Asumir la impermanencia de la vida (concepto clave en el budismo), e interiorizar que lo único seguro es el cambio, nos ayudaría a desligarnos. Aprender a tomar conciencia de que nada ni nadie es permanente, que el apego nos resta felicidad, y aceptar lo que hay aquí y ahora para vivirlo, disfrutarlo o sufrirlo. Todo cambia, y todo pasa. La naturaleza nos da lecciones a diario sobre el desapego, la impermanencia, y el ciclo natural de la vida, y apenas nos paramos a apreciarlo. Observa con atención cada amanecer y atardecer, el fluir del río, cada cambio de estación, como cada hoja que se cae del árbol en otoño, vuelve a brotar en primavera.

En esta vida estamos de paso, y se nos olvida. No vivimos por y para siempre, pero hay quienes se pasan por la vida sin vivir, sin desarrollar la conciencia necesaria para sentir que la vida te está pasando ahora, no después.

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Y ¿cómo soltamos apegos y dependencias? Pues aquí te dejo algunos ejercicios prácticos:

Empieza por vaciar armarios y cajones. Prescinde de las cosas que acumulas sin usar, ordena, organiza, limpia y libera espacio, es saludable. La premisa básica es guardar solo aquello que vas a utilizar y disfrutar. Lo que no usas hace siglos, como la ropa que no te cabe, no lo guardes. Intenta hacer un par de limpiezas al año, clasificando las cosas que no usas desde hace más de un año, y las que usas con mayor frecuencia. Esta limpieza implica que puedes donar, regalar, vender, reciclar, ayudar a coleccionistas, o tirar a la basura, todo eso que ya no usas. Conserva cosas con sentido y coherencia, y recuerda que hay que desprenderse de lo viejo para que pueda entrar lo nuevo. Mantener los armarios ordenados y desahogados, con lo que usas y disfrutas, hace tu vida más cómoda, fluida, y libre. Lo práctico, es sencillo, y hace que aproveches el tiempo y gestiones tu energía eficazmente.

Pasa más tiempo a solas contigo mism@ y descubre quién eres, lo que te gusta y lo que no. El autoconocimiento resulta fundamental para comprender tus necesidades, tus prioridades y valorar lo que de verdad te importa. Fomenta tu autoestima para confiar en ti, quererte y cuidarte.

Vive y siente el presente. Practicar respiración profunda, mindfulness, y meditación, te ayudará a tomar conciencia de la realidad, utilizando tus sentidos en el aquí y ahora, y sobre todo te enseñará a encontrar la paz dentro de ti. Recuerda que todo cambia, y todo pasa.

Aprende a DECIR NO a lo que te hace daño. Cultiva tu capacidad para decidir lo que necesitas, quieres, lo que te conviene y lo que te mereces. A veces eso implica pasar menos tiempo con personas tóxicas y decir adiós a relaciones hostiles. Deja ir esos apegos.

Visualiza que sueltas ese dolor, ese miedo, esa relación de pareja tan hostil, esa creencia tan destructiva de ti mism@, etc. Para ello, necesitarás un objeto pequeño, un bolígrafo por ejemplo, para sostenerlo en tus manos y así imaginar que dicho objeto, son tus pensamientos, sentimientos o esa persona que tanto te hace daño. Apriétalo con fuerza en tu mano, hasta que no puedas aguantar el dolor de tanto apretar, y déjalo caer al suelo. Te darás cuenta que puedes soltarlo y que no necesitas aferrarte a ello. Puede ayudarte escribir una carta de despedida, arrojar piedras al mar con todas fuerzas, y hasta gritar en cada lanzamiento.

Date permiso para sentir el dolor, la perdida, el miedo, la tristeza, la frustración, los pensamientos negativos, y elige soltarlos fuera de ti. Afronta esas situaciones difíciles, que sin duda te van a doler, pero pasaran (impermanencia).

Focaliza tu atención en lo positivo y empieza a construirte con un lenguaje que te valide como persona. Valora y disfruta lo bueno que hay en tu vida.

Todo lo que nos pasa en la vida, malo o bueno, son experiencias, prueba a vivirlas con conciencia plena. Desvincularse de los apegos es sano, te da equilibrio y fomenta tu crecimiento personal. Vive y siente cada momento, que la vida te está pasando ahora.

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El mundo está lleno de sufrimiento. La raíz del sufrimiento es el apego a las cosas. La felicidad consiste precisamente en dejar caer el apego a todo cuanto nos rodea (Buda Gautama)”.

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