Hace 7 años un día como hoy, 8 de marzo día internacional de la mujer, desplegué mis alas en el mundo del emprendimiento con mi proyecto Despierta Afrodita.  Un proyecto por y para la mujer de hoy, en el que me volqué con mucha ilusión. Me siento enormemente agradecida por cada una de las experiencias trabajadas en estos años (sesiones personales y grupales, talleres formativos y conferencias). Ha sido muy gratificante ayudar a tantas mujeres a mejorar su bienestar personal, despertar su potencial, enseñar a quererse bonito y expresar libremente lo que sienten. Grandes aprendizajes vividos, y recuerdos inolvidables.

Y ahora toca que Despierta Afrodita siga evolucionando, y a veces eso implica cambiar. Porque en la vida lo único constante es el cambio, porque siempre hay comienzos y porque básicamente seguimos fluyendo. Despierta Afrodita se transforma en Despierta Conmigo para continuar cambiando vidas y ayudando a personas a encajar las piezas de su mundo para que sean más felices.

Y aunque seguiremos trabajando por el desarrollo integral de la mujer con los talleres de autoestima, sexualidad y sensualidad, canalización de emociones, etc., abrimos horizontes a nuevos retos profesionales que desde hace un tiempo ya venimos desarrollando.

Explicado esto, felicidades a todas las mujeres que somos y seremos. El 8 de marzo sigue y seguirá siendo el día para conmemorar la lucha de la mujer por la igualdad ,  porque la igualdad real está aún en construcción a nivel global.

Como mujeres vamos evolucionando y adoptando nuevos roles a lo largo de nuestra vida. Cuando somos niñas, a veces nos convertimos en hermanas, y luego en adolescentes, jóvenes, adultas.  De hijas pasamos a ser madres, y luego abuelas. Nos transformamos en tías, compañeras, amigas…, en mujeres profesionales, emprendedoras, administradoras, luchadoras, cuidadoras, independientes, autosuficientes, autónomas, … en mujeres fuertes, valientes, creativas, brillantes… Todas en algún momento hemos sido, somos y seremos esas mujeres. Mujeres diversas.

Yo como mujer he cambiado. Me he convertido en madre, y mi peque es sin duda el motor que me da fuerza cada día.  Sin embargo, el proceso para ser madre no ha sido fácil. He recorrido todo un camino lleno de obstáculos y problemas de fertilidad para conseguirlo. La infertilidad, esa gran desconocida para la sociedad, de la que no se habla abiertamente, la que se suele esconder, la que da vergüenza padecer…, en definitiva, una ENFERMEDAD que sufrimos muchas mujeres y parejas en la realidad.

Y en un día como hoy, en el que reivindicamos precisamente los derechos de la mujer y ponemos de manifiesto cómo todavía somos discriminadas por distintas razones, ya que sigue existiendo brecha salarial, falta de equidad en tareas domésticas, no se ha roto el techo de cristal, tenemos dificultades para conciliar vida familiar y trabajo sin renunciar a nuestra carrera profesional, y no podemos disfrutar de forma plena la maternidad, entre otras muchas, pues la discriminación también se ejerce a las mujeres infértiles.

Somos discriminadas, humilladas y juzgadas,  en primer lugar por nosotras mismas, porque nos culpamos, nos rechazamos, nos castigamos, nos reprochamos, nos frustramos, nos exigimos, nos lastimamos, nos avergüenza no ser capaces de quedar embarazadas, y continuamente nos estamos comparando con aquellas mujeres que  si lo consiguen. Somos nuestras peores enemigas.

En segundo lugar, somos discriminadas, humilladas y juzgadas, por otras mujeres, por la familia, por el sistema sanitario y por la sociedad en general.

Cuando otra mujer, o incluso personas de tu familia,  amigas, empiezan a cuestionar por qué no eres madre todavía, o confiesas que tienes problemas de fertilidad y que estás en tratamiento, empieza la presión y algunos de los mensajes que recibimos son del tipo: “¿Y los niñ@s para cuando? Que se te pasa el arroz”, “Tienes que relajarte, que estás obsesionada”,  “Solo tienes que abrirte de piernas y quedarte tumbada un rato, y seguro te preñas”, “Puedes adoptar o comprarte una mascota”, “Que no es el fin del mundo”, “Todavía eres joven, tranquila” “Tienes que conformarte, si Dios no te los manda será por algo”, “¿Vas a fabricar a tu hij@ en un laboratorio? Me parece antinatural”, “A tu edad ya es difícil que te quedes embarazada, deberías haber empezado antes, ya es muy tarde”, “Tú estas loca con quedarte embarazada”,  “Pues por lo menos tienes sobrin@s, para qué tanto empeño en ser madre, que los hij@s son problemas para toda la vida”, “Que solo es un aborto, es algo normal y mejor que haya sido ahora”, ”Si quieres te presto a mis hij@s y te los llevas un par de días, verás como se te quitan las ganas”, “No te compliques la vida mujer, que  los hij@s te la cambian por completo”, “Toma más vitaminas, dale a tu marido maca, seguro que así lo logras”,  “Tenéis que hacerlo más a menudo o con esta postura X seguro que te quedas”… y podría seguir con una lista interminable de frases inapropiadas, sexistas, y discriminantes.

El sistema sanitario también nos discrimina, y según cada comunidad autónoma en España,  con una edad fijada y establecida para poder acceder a los tratamientos de reproducción asistida. Una vez pasado ese límite de edad impuesto, te dejan fuera, y si quieres intentarlo tienes que hacerlo en clínicas privadas, y asumir el gran coste económico del tratamiento. Con pesar sé, de profesionales sanitarios que han realizado comentarios muy discriminatorios del tipo: “Os empeñáis en ser madres y ya sois viejas”, “Tienes que adelgazar porque estás gorda”, “Habría que hacer una obra de ingeniería en tu útero para que te embaraces”, “Tus óvulos no sirven”… entre otros.

La realidad es esta, la infertilidad sigue siendo un tabú, sobre la que existen muchos prejuicios.

Se sigue pensando que cuando una mujer no queda embarazada es porque su cuerpo no vale, que la infertilidad es exclusivamente femenina, cuando la realidad es que alrededor del 50% se debe a infertilidad masculina.  Voy a centrarme en cómo vivimos la infertilidad las mujeres, porque el cómo la vive un hombre, o la pareja, sería tema para otro artículo.

Todos los comentarios anteriores, demuestran la falta de conocimiento que hay sobre esta enfermedad física que repercute a nivel psicológico y emocional. La falta de comprensión, la falta de empatía, con las que somos menospreciadas, con actitudes discriminatorias que nos sentencian como si fuéramos menos válidas como mujeres. Solo la mujer y/o parejas que han pasado por la infertilidad saben lo que duele no poder tener un hijo de forma natural.

No sé qué hubiera sido de mí si no hubiera encontrado la Asociación Nacional Red de Infertiles.  En mis carnes también sufrí muchos de esos comentarios discriminatorios, y me sentí muy juzgada. Se daba por sentado que al ser psicóloga, yo podía con todo y no necesitaba ayuda, porque ya sabía que…  “me tenía que relajar, y que tenía herramientas y recursos de sobra para hacer frente a esta dificultad ”.  Cómo veis no me importa mostrar  mi vulnerabilidad. Yo pase por una crisis vital, y necesite ayuda psicológica para afrontar el largo proceso de reproducción asistida. Una psicóloga que necesitó de otra psicóloga, lo digo con orgullo, porque saber pedir ayuda nos hace fuertes.

Gracias a la Asociación Nacional Red de Infertiles  encontré el apoyo que tanto necesitaba, ese respaldo  que me hizo sentir que no estaba sola. En los cafés de los sueños, además conocí a una red de mujeres maravillosas, mis compañeras de batallas, mis guerreras, con las que compartí los peores momentos de mi vida.

Porque la infertilidad nos provoca miedo, inseguridad, ansiedad, impotencia, vergüenza, frustración, tristeza, rabia, vacío, soledad, problemas de pareja, cansancio, agotamiento, sufrimiento y mucho dolor. Admiro y respeto profundamente a todas las compañeras que,  después de mucha lucha consiguieron ser madres, a las que a pesar de toda su lucha no lo consiguieron, y a las que están luchando con todas sus fuerzas por conseguirlo.

Decidir parar y dejar la lucha es difícil, muy duro, y también se nos juzga por ello. ¿Acaso una mujer es menos mujer por no ser madre? A menudo, las mujeres que deciden no ser madres, ya sea por libre elección, o porque han sufrido demasiado en la lucha por serlo sin éxito, son juzgadas y discriminadas: “claro como tú no eres madre no sabes lo que es”, “que triste debe ser tu vida sin hij@s“,  “ser madre te hace mejor mujer”, “que egoísta eres por no ser madre”… Estos comentarios se siguen haciendo.

No se respeta la libertad de la mujer para decidir cómo vivir su vida. Se nos olvida que detrás de cada mujer, ya sea infértil o no, hay una persona humana, con una historia detrás, con sentimientos, con ilusiones, con proyectos, a la que podemos perjudicar y dañar, sino empatizamos con su situación personal sin juzgarla.

Como dice Helena la presidenta de la Asociación Nacional de Red de Infértiles, “La sociedad debe saber lo que significa querer y no poder tener hijos”.  Porque la infertilidad nos pasa factura, tanto la económica, porque los tratamientos de reproducción asistida son muy caros, como la emocional porque pasas por un torbellino de sentimientos y emociones nada agradables que producen mucho sufrimiento y te dejan KAO. Nos llegamos a sentir tan inútiles, tan invisibles.

Desde Asociación Nacional de Red de Infértiles, se trabaja para dar VOZ a la infertilidad. Porque es una enfermedad, y no debemos ser discriminadas por ella.

Crecemos desde pequeñas con muchos estereotipos, las niñas de rosa, a las que se les sigue regalando bebés y carritos, para que jueguen a ser mamás. Mujer y madre, uno de los roles que tenemos, pero no el único. En el colegio se debe enseñar la Reproducción Humana dando a las niñas y adolescentes, toda la información sobre nuestra salud y sistema reproductivo, porque somos dueñas de nuestro cuerpo, y debemos tener conocimiento de cómo funciona, y de los posibles problemas que podemos desarrollar.

No basta sólo con que la Educación Sexual y Reproductiva se destine a que una mujer conozca los métodos anticonceptivos para para no quedar embarazada sin desearlo. Esa educación debe contemplar, cómo funciona nuestro ciclo menstrual (porque la regla no duele, no debe doler), la respuesta sexual humana, nuestra anatomía sexual, las enfermedades de transmisión sexual, información sobre la etapa fértil, ya que tenemos una reserva ovárica determinada, la importancia de acudir a revisiones ginecológicas, información sobre la Endometriosis, el Síndrome del ovario poliquístico, problemas inmunológicos, enfermedades endocrinas, diabetes, etc., y todas las consecuencias y repercusiones que tienen en nuestra fertilidad. Esto es un derecho.

Toda esa información nos haría decidir mejor cómo queremos vivir nuestra vida, valorando y planificando nuestra maternidad para cuando sea el momento idóneo, en caso de que queramos serlo, teniendo la opción de preservar nuestra fertilidad vitrificando nuestros óvulos.

Así que a todas las mujeres que somos, madres o no, infértiles o no, somos mujeres capaces por encima de todo. Más sororidad, más compresión, más empatía, más apoyar, más ayudar, más escuchar, más abrazar, y menos JUZGAR, opinar o criticar.

Porque juntas somos más fuertes, para seguir luchando por la IGUALDAD y ser mujeres ante todo LIBRES.

Dedicado a todas las mujeres que somos, y en especial a  mis guerreras.