Reflexiones de una madre primeriza en tiempos de un confinamiento histórico

La aventura de ser mamá, no ha sido fácil en mi caso. En el largo camino recorrido han habido muchas lágrimas derramadas en batallas perdidas. Por suerte, mi perseverancia me hizo no tirar la toalla para seguir peleando y lograr que el milagro de la vida anidara dentro de mi y poder ser madre. Toda esa lucha merece ser contada con más detalle en otro momento, porque quiero dar fuerza y esperanza a todas mis guerreras que siguen combatiendo en las trincheras para conseguir su sueño. 

Mi deseo se vió cumplido en marzo, pero si alguien me hubiera dicho que iba a dar a luz en plena pandemia mundial de un virus letal que nos tiene a todos confinados en casa, hubiera pensado que era el guión de una película totalmente surrealista. Como siempre la realidad supera la ficción, y la pandemia por el Covid-19 es una pesadilla real. Ser madre primeriza en medio de este panorama lleno de incertidumbre y miedo, no era el escenario ideal que yo soñaba durante mi embarazo para el nacimiento de mi hijo. Y se hace duro vivir esta experiencia tan maravillosa en estas circunstancias tan adversas. 

Tampoco esperaba vivir mi primer día de la madre siendo ya mamá en estas condiciones. Siempre lo he celebrado al lado de la mía. Este año va a ser muy diferente tan lejos de ella. Mi pequeño vino al mundo y yo no pude sentir el tan necesario abrazo de mi madre. A diario me despido de ella a través de una pantalla con la tristeza reflejada en su mirada, mezclada con la ilusión por coger en brazos a su nieto. “Ya falta menos mamá, en cuanto nos permitan viajar, vamos a verte”, es la frase que le repito una y otra vez. Pero ese día tardará en llegar todavía, y es muy doloroso observar su pena y su delicado estado de salud día tras día, así que mi mayor deseo es que le dé tiempo a conocer a su esperado nieto. Si algo bueno se puede sacar de cualquier situación, en este caso es que su olvidadiza mente no recordará este tiempo confinada, ni el tiempo sin acunar a su nuevo nieto.. cuando esto pase.

Mi bebé nació 4 días antes de que se declarara el estado de alarma en España. Al principio me decían, que maravilla de cuarentena vas a pasar, sin visitas, te va a venir genial para adaptarte a tu nueva faceta. Las primeras semanas apenas noté el confinamiento, pero cuando llevas casi dos meses encerrada en casa con un recién nacido, sin poder salir ni compartir con los tuyos ni tan siquiera esa primera vez, la cuarentena se hace larga y oprime. Lo peor es no poder estar con tus seres queridos, y que no puedan conocer a la personita por la que tanto has luchado, y que tanta alegría nos ha traído.

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Cómo madre novata te surgen un montón de dudas en el cuidado de tu bebé, las hormonas te hacen estar muy sensible, la lactancia materna a veces se complica, la dedicación exclusiva y el cansancio por no dormir lo suficiente, te pasa factura. Sin embargo, el confinamiento me ha permitido adaptarme y centrarme en el vínculo con mi pequeño, disfrutando al máximo de la maternidad y paternidad con mi pareja. Exprimimos cada segundo con nuestro hijo, y entre cambiar pañales, poner lavadoras, darle el pecho, dormirle, bañarle, hacerle fotos, y deleitarnos con su mirada dulce y sus ruiditos intentado que diga “ajo”, el tiempo se nos pasa volando. Es curioso, porque al ser mi primera vez, pese a ser en cuarentena no sé si esta situación es especialmente intensa para nosotros, o es siempre así.

Soy consciente que cada momento con mi niño es único e irrepetible. Es casi mágico ver día a día cómo va creciendo y cambiando, y no queremos perdernos nada de nuestro chiquitín que nos mata de amor y nos llena de alegría. Es cierto, se me cae la baba y me tiene loca enamorada, ¿qué madre no lo está de su bebé? Y a falta de los abrazos de los abuel@s, tit@s, prim@s, amig@s…, benditas vídeollamadas que me hacen estar cerca de los que más quiero.

El Coronavirus se ha convertido en un ladrón que nos ha robado: poder compartir los primeros momentos de vida de nuestro hijo con familiares y amigos, también el poder disfrutar libremente la primavera, el dar paseos con el carrito por la mañana, ir de compras a mirar su ropita, o el que pueda venir a casa tu hermana, para ayudarte con las tareas del hogar y de paso te traiga un tupper con la comida casera que te ha hecho tu madre porque a ti no te da tiempo de cocinar. El confinamiento nos ha puesto de manifiesto como se echan de menos los abrazos, los besos, las tardes de charla y café en la cafetería de siempre, los encuentros fortuitos en la calle, los viajes, etc. 

Y aunque mi cuarentena está repleta de felicidad, no puedo obviar la situación caótica y sin precedentes que estamos viviendo, en la que el miedo y el pánico se han apoderado de la mayoría de las personas. Y como humana que soy,  yo también tengo miedo, no sólo por mi, sino por mi hijo, al que intento proteger de cualquier daño.  

Es increíble el impacto que ha provocado la crisis de del Coronavirus a nivel mundial. Realmente no sabemos cómo va a ser la vida a partir de ahora. De la noche a la mañana hemos cambiado de forma radical nuestro estilo de vida. Las ciudades tienen un aire fantasmal, calles desiertas, parques vacíos, comercios cerrados, colegios sin niños…, el mundo se ha paralizado. Ahora tenemos que acostumbrarnos a incorporar las mascarillas, el lavado de manos frecuente, evitar las grandes aglomeraciones, la distancia social, a nuestra rutina diaria, y más nos vale ser responsables y cumplir con esas medidas para estar a salvo y no contagiarnos. Se hace raro, pero este maldito virus está arrasando por todo el planeta. Nadie se imaginaba la magnitud de lo que iba a suponer esta pandemia, y a día de hoy, sinceramente, seguimos sin saberlo. 

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La vida es así de impredecible, todo cambia en un instante. El Virus nos ha despojado de un plumazo del bienestar en el que nos habíamos acomodado. Aunque también nos ha regalado la oportunidad de apreciar lo que antes no habíamos hecho igual forma. Nos está regalando algo de lo que siempre nos quejamos que no tenemos,TIEMPO. Si, tiempo para; dedicarlo a un@ mism@ y a las personas con las que convives y quieres. El cómo inviertes y aprovechas ese tiempo es elección de cada un@. 

La desescalada de este confinamiento la vamos a llenar de muchas primeras veces de esas cosas que antes hacíamos tan cotidianamente y que a partir de ahora las vamos valorar mucho más. Hace dos días que daba el primer paseo con mi principito, y fue muy emocionante. El cielo parecía más azul, los árboles tenían un verde especial, sentir el sol y respirar aire fresco era una gozada, pero también iba un poco asustada de que alguien se acercara demasiado. Tenemos que asimilar muchos cambios. 

Quienes hemos sido madres en estos tiempos de confinamiento por pandemia, hemos experimentado mucha preocupación y miedo. Sentimientos totalmente coherentes ahora mismo. Si nos hemos visto sobrepasadas es natural. Si ya la experiencia de ser madre te pone a prueba, con la situación que tenemos encima y con lo que nos estresa el no saber qué va pasar, más vulnerables nos sentimos.  

Somos las mamis del quédate en casa para estar a salvo, las del arcoíris pintado en la ventana con el lema “todo saldrá bien” para animarnos, las que bailamos la canción del Coronavirus para distraernos, las que cantamos el “resistiré” a nuestros bebés para reconfortarnos, y las que salimos cada día a las 8 de la tarde a los balcones para aplaudir y agradecer el esfuerzo excepcional de todos esos grandes profesionales que están al pie del cañón dándolo todo por y para nosotros (sanitarios, servicios de limpieza y mantenimiento, agricultores, dependientes de supermercado, transportistas, repartidores, policía, guardia civil, militares, bomberos, etc.). Ojalá todos podamos actuar dando el mismo ejemplo y con la misma responsabilidad. 

Nunca nos habíamos enfrentado a una situación como esta, y asimilarlo va a ser muy difícil. La pandemia por el Covid-19 formará parte de la Historia. Todos recordamos que hacíamos en el 11S o en el 11M, porque nos marcó. Este confinamiento también nos va a dejar huella. Las que hemos sido madres siempre recordaremos lo que ha supuesto para nosotras, cómo nos ha transformado siendo más resilientes. 

El mundo entero atraviesa un momento complicado. Ojalá que nos haga mejores personas, más responsables, que nos haga crecer con equilibrio y amor. La vida nos está diciendo,  PARA, PRESTA  ATENCIÓN, RESPIRA,  ACEPTA Y APRENDE Concéntrate en lo positivo y agradece cuanto tienes. 

Así que mamis, confinadas o no, sigamos disfrutando de esta experiencia tan bonita como es la maternidad. Esto no durará para siempre. Todo pasa. Todo cambia. Todo saldrá bien. 

Gracias madre por darme la vida! Gracias vida por permitirme ser madre! Mi hijo es el regalo de amor infinito. 

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Felicidades a las Mamás

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